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[Spanish] Amigas en la arena (fragmento)

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Offline NightCat

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[Spanish] Amigas en la arena (fragmento)
« on: October 09, 2022, 12:03:07 AM »
Saludos.

   Por fin me he decidido y voy a subir fragmentos de una historia que ideé pensando en este foro. La historia es más larga, pero aquí voy a subir solo las partes en las que hay combates o entrenamientos.

    Algo de contexto. Todo tiene lugar en un país imaginario enorme, al que se lo llama "el Imperio", con una ambientación de los siglos XVI o XVII. Es un estado tan grande que los habitantes del norte y del sur son étnicamente distintos. La protagonista de la historia se llama Cristal. Es una belleza de 1,85, cabello y ojos negros y piel un poco tostada. Solo tiene 19 años, pero empezó a combatir desde muy joven y es una luchadora formidable, experta en un arte marcial parecido al judo y en otro muy similar al MMA. Ha viajado a Thayals, una ciudad del norte del Imperio, para participar en una liga de lucha erótica femenina.

    En este fragmento, conoce a Besyla, el otro personaje principal. Es otra belleza de 1,90, rubia y con los ojos azules. Tiene 24 años, pero no tiene ni idea de pelear. La han admitido en la liga por su atractivo y para servir de rival fácil y hacer que las luchadoras experimentadas se luzcan y tengan peleas cómodas.

    Cristal y Besyla acabarán haciéndose amigas, y esa amistad es lo que da título a la historia. Un detalle que tengo que contar, porque no sale en los fragmentos es que Cristal es heterosexual, pero Besyla es bisexual y tardará muy poco en desear ser algo más que una amiga para Cristal. Esto último explica varias reaccioines de Besyla en este fragmento.

    Es un poco diferente a otras cosas que he subido al foro. Este entrenamiento es un tanto "ligero" en lo que respecta al combate. Al ir avanzado la historia, los combates se van haciendo más serios, si bien, la mayoría son lucha erótica con unas reglas (que Cristal explica aquí) que evitan, en general, un combate donde alguna pueda terminar lesionada.

    Espero que os guste. Tras la línea de asteriscos, el fragmento.

****************************************

Tres días tras su llegada, Cristal se había citado con Besyla, su primera rival, en la sala donde iba a celebrarse el combate una semana más tarde. La sala estaba en un punto alejado del hermoso jardín, donde las hojas de los árboles amarilleaban, por el que caminaba en aquel instante.

La habían alojado en una alcoba tan amplia que sería solo un poco más pequeña que la casa de sus padres. El conde Ithelin, para su sorpresa, resultó ser un hombre joven, igual de alto que ella y muy atractivo, que no se separaba de la condesa, una mujer bellísima y muy agradable. Viviría en su palacio durante el tiempo que pasaría en Thayals.

También había sido una sorpresa conocer las condiciones. Cristal había pensado que el conde sería aficionado a la lucha erótica entre mujeres y acudiría a los combates. En realidad, arrendaba la sala de deportes de su palacio y la habitación que ocupaba Cristal al gremio de comerciantes, que organizaba el campeonato y las luchas a celebrar en toda Thayals. A él no le gustaban ese tipo de competiciones, y Cristal pensó que era una lástima: le habría gustado que un hombre como él estuviera entre el público.

Una de las cosas que más curiosas le resultaban del norte del Imperio era la altura de sus habitantes. Aunque solía ser más alta que la mayoría, en su ciudad natal le sacaba más de diez centímetros a casi todos, y allí se encontraba a gente de su misma estatura más de una vez. Había pensado que si habían aceptado su solicitud para participar en el campeonato de Thayals era por su altura excepcional. Cuando entró en la sala de deportes, un enorme recinto de planta circular, la mitad del cual era un banco de arena, y Besyla se levantó de una de las gradas para ir a saludarla, comprobó que no era así. Aquella chica, rubia y de ojos azules como casi todos los de allí, era, al menos, cinco centímetros más alta que ella. No fue una sorpresa que fuera muy guapa. Besyla le tendió una mano y Cristal prefirió besarla en las mejillas.

—En el sur nos saludamos así.

—Oh, bien —dijo Besyla que parecía haberse ruborizado levemente—. No me acordaba. Es perfecto.

Cristal la examinó con disimulo. Tenía una complexión parecida a la suya, con lo que sería igual de fuerte. O quizá más.

—¿Llevas mucho tiempo luchando? —preguntó Cristal.

—Me han entrenado un poco, pero tú serás mi primera contrincante.

Le extrañó aquello, pero no dijo nada. Cristal llevaba tres años peleando como profesional, desde los dieciséis años, aunque en lucha erótica solo llevaba siete meses.

—Me han dicho —añadió Besyla, bajando la  vista—, que me enseñarás un poco, a cambio de pelear varias veces conmigo.

La idea, entendió Cristal, era que ella le enseñara un poco de técnica. Como Besyla era más inexperta, lo más normal es que perdiera y ella se asegurara varias victorias. Ese sería su pago por enseñarle. No le pareció justo.

—Así es, aunque cambiaremos el plan. Ganaré todos los combates: nadie se creería que una principiante pudiera conmigo, pero no lucharemos en serio y no te humillaré ni abusaré de tu falta de experiencia. Y repartiremos el dinero a partes iguales.

—Pero, eso…

—Eso es lo justo, Besyla. No te ofendas, pero tengo mucho más nivel que tú: no tendrían que emparejarte conmigo solo porque les guste ver como humillo a una rival inexperta.

No era solo eso. La ganadora se embolsaba ochenta coronas, y la perdedora, cuarenta o solo la mitad si se rendía o no podía seguir combatiendo. Era la forma que tenían de animar a que las luchadoras se esforzaran, pero el problema consistía en que, por mucho que las luchas eróticas no implicasen golpes duros, la competitividad podía jugar malas pasadas y hacer que un combate amistoso se tornara en uno brutal. Con aquel pacto, se libraría de problemas y no sentiría que se estaba aprovechando de Besyla.

—De acuerdo —dijo Besyla y le tendió la mano. Cristal se la estrechó y se sonrieron.

—Empecemos —dijo Cristal.

Cristal se alejó y empezó a desabrocharse el corpiño, que dejó con cuidado sobre un asiento de la grada. Luego se quitó la falda y la dejó al lado del corpiño. Entonces, advirtió que Besyla la miraba extrañada.

—¿Qué pasa, Besyla?

—¿Quieres que me desnude?

—Claro, no querrás entrenar vestida, ¿no? —respondió Cristal mientras se quitaba la camisa.

Besyla la miró con los ojos muy abiertos. Le miró los pechos y, luego, el taparrabos que era la única prenda que llevaba.

—Yo, yo… es que… no pensé que… no llevo nada debajo de la falda.

—¿Qué más da? No me voy a asustar. Espera, te ayudo.

Cristal le pidió que levantara los brazos y le abrió el corpiño, que tenía las tiras detrás. Le bajó la falda y dejó que se apoyara en sus hombros para levantar las piernas. Por último, le levantó la camisa y se la sacó por la cabeza.

Tras dejar la camisa de Besyla doblada sobre un asiento, se detuvo a un metro de ella. La examinó y dejó que su rival hiciera lo propio. Era una mujer muy atractiva, con el pecho un poco más abundante que el suyo, un vientre perfecto de líneas muy suaves, casi liso, y unas piernas preciosas.

—Eres muy guapa —le dijo Cristal.

—Tú lo eres mucho más.

Entraron en la arena y se encararon muy cerca la una de la otra. Besyla la miraba a los ojos y jadeaba ligeramente.

—No te pongas nerviosa —dijo Cristal—. No nos haremos daño. Será como jugar a pelearse con una amiga.

Cristal le acarició una mejilla y le sonrió. Besyla siguió mostrándose cohibida y respiraba con una leve agitación. Supuso que debería tener paciencia. Cristal no solo gozaba de experiencia, además, le encantaba que la mirasen y la excitaba combatir casi sin ropa ante el público, siempre que fuera reducido. Pero Besyla no tenía por qué sentir lo mismo; parecía nerviosa solo por estar desnuda frente a una desconocida. Decidió empezar con lo más sencillo.

—Hay varias formas de lucha erótica —dijo Cristal. La norteña la miró extrañada, lo que le hizo pensar en que todo iba a ser mucho más difícil de lo previsto—. ¿Qué te pasa?

—Que nunca he hecho lucha erótica.

—¿No te habían dicho que eso es lo que íbamos a hacer?

—Sí, lo sabía, pero yo… es que…

—Tranquila, verás como todo sale bien. Te decía que hay varias formas de lucha erótica. Nuestros combates serán de la modalidad más fácil para las principiantes. El objetivo es inmovilizar a la oponente metiendo algo de erotismo: llaves que exhiben el cuerpo, atacarnos el vientre o el pecho… cosas así.

Besyla bajó la vista y Cristal continuó.

—Los combates suelen empezar con las dos encaradas intentando agarrarnos de los brazos. Y luego, nos tiramos del pelo. Fíjate, así.

Cristal agarró dos mechones grandes de la melena rubia de Besyla, a la altura de las orejas, y le movió la cabeza de un lado a otro, con suavidad y sin torcerla demasiado. La norteña se llevó las manos a las de Cristal y la miró cohibida.

—No, no —dijo Cristal—. Hazme lo mismo. Al público le encanta.

Estuvieron un rato fingiendo que se tiraban del pelo y Cristal le enseñó también cómo dar grititos durante los tirones.

—Ahora —dijo Cristal—, vamos a insultarnos. El público lo disfruta. Te voy a decir barbaridades, pero son todas mentira. Es como una obra de teatro, así que no te enfades, ¿vale?

Besyla asintió y se tiraron un poco más del pelo.

—Te voy a arrancar los pelos, pedazo de zorra —gritó Cristal. Sonrió a Besyla, que la miraba con los ojos muy abiertos y dijo—: ahora tú.

—Te voy a dejar calva.... z… guarra.

Cristal asintió sonriendo y forcejearon un poco más. Sujetó a Besyla y le acercó el rostro.

—Me haré una bufanda con tus pelos, so puta, y cuando me pregunten de qué fibra está hecha diré: es el pelo de una zorra a la que le di una paliza.

—¿Eso vas a hacer? —preguntó Besyla, al fin con una sonrisa.

—¡Sí, guarra! ¿Tienes algún problema?

—¡Sí! Te los arrancaré yo a ti primero y los pondré encima de la chimenea. Será mi trofeo, zorra estúpida —dijo Besyla, a punto de echarse a reír.

Cristal se alegró de que la norteña estuviera empezando a entender de qué iba aquello. Decidió que era cosa de empezar con la parte erótica del juego. Sin soltarle el pelo, la sujetó bien de la cabeza y le hundió la cara en el pecho izquierdo.

—¡No me arrancarás nada! Soy más mujer que tú. —La apretó contra sí un poco más—. ¿Qué te parece el pecho de una mujer de verdad? ¡Responde, guarra!

—Mbf… mbf… bfr… ¡pffffffff!

Como Besyla intentó separarse, Cristal se lo permitió. Su rival se estaba riendo.

—¿Cómo iba a hablar con una teta en la boca? —preguntó la norteña entre risas.

—No te rías, que esto es serio —respondió Cristal antes de empezar a reírse también.

Era buenísimo que Besyla se riera. Fue aún mejor que la norteña volviera a agarrarla del pelo y se llevase la cabeza de Cristal al pecho.

—Tus tetas son un asco, guarra. ¡Chupa, chupa de una mujer de verdad, a ver si se te pega algo!

Tuvo que reprimir las carcajadas. En verdad, sentía el pezón de Besyla en los labios y podría haber empezado a chupar si hubiera querido. Decidió que no se olvidaría decirle que una salida a una situación así sería fingir un mordisco. Era mejor acordarlo previamente, aunque no la mordiera de verdad. Lo que sí pensó es que Besyla estaba distraída y era un buen momento para ver cómo se le daba improvisar.

Con rapidez, se puso de perfil a Besyla. Aún agachada, la agarró de los hombros y la derribó usando una pierna y la cadera. La sujetó todo lo que pudo para no lastimarla y, sin dejarla reaccionar, se sentó a horcajadas sobre su estómago y le aprisionó las muñecas contra la arena. Acercó el rostro al de su rival y sonrió.

—Me has derribado a traición —dijo Besyla sonriendo.

—Estaba harta de chupar. Y tenemos que practicar la lucha en el suelo. Es muy importante, ¿vale?

—Si no has chupado nada —dijo sonriendo—. De acuerdo, pero si no te levantas…

—¿Soltarte con lo bien inmovilizada que te tengo? No, no. Ya habría ganado un punto, porque el árbitro ya habría contado hasta diez, pero solo estamos entrenando. A ver, intenta liberarte.

Besyla demostró la fuerza que tenía y que había recibido un mínimo entrenamiento. Logró alzar un poco el vientre e intentar tirarla de lado, pero Cristal no era una luchadora pequeña ni ligera y se mantuvo encima sin problemas. La norteña quedó de perfil y Cristal logró tumbarla boca abajo, con las muñecas inmovilizadas de nuevo.

—Giras y giras, pero sigo aquí arriba —dijo Cristal—. Recuerda que tienes que quitarme de encima, ¿vale?

—Eres una cabrona —respondió Besyla, aunque luego empezó a reírse.

—¡Huy, que se enfada la rubita! Ataques psicológicos, ya sabes. Vamos, sigue intentándolo.

Aunque Cristal se había puesto a hablar, no había bajado la guardia. Notó que su rival la empujó hacia arriba y luchaba por liberarse las muñecas. Aprovechó que había levantado el vientre para rodearle la cintura con las piernas. Había previsto que Besyla estiraría las piernas bruscamente cuando le soltara las muñecas, así que se las liberó y se dejó caer de costado, aprovechando el impulso de su rival, bien sujeta a la cintura de la norteña. Aunque su rival se debatió, terminó boca arriba sobre ella, con la cabeza sobre su pecho. Aprovechó para rodearle el cuello con el brazo derecho, ponerse esa mano en el bíceps y pasarle la mano izquierda tras la cabeza. Aquella llave, en el sur, la llamaban mataleón y aunque no había apretado, Besyla no había intentado contrarrestarla, lo que le demostró que tenía muy poca preparación.

—Párate —le dijo Cristal—. Si hiciera presión, te estrangularía. Tienes que tener más cuidado: te la he hecho con demasiada facilidad.

—Solo he practicado tres tardes y con una luchadora más pequeña que tú.

—Ahora estás arriba, pero creo que sigues sin pillarle el truco a eso de liberarte —bromeó Cristal. Luego, suspiró—. Es normal, de todos modos. Vamos a probar otra cosa. Por favor, no te enfades: recuerda que esto es una lucha erótica, ¿vale?

Cuando Besyla asintió, liberó el brazo izquierdo y le apretó, con poca fuerza, un pecho a la norteña. Apretó y aflojó un par de veces. Le sorprendió que no intentara impedírselo y que la norteña los tuviera tan grandes: Cristal no tenía la mano pequeña, pero ni aún abriendola del todo le abarcaba el pecho a su oponente al completo.

—¿Tenemos que meternos mano en mitad del combate? —pregunto Besyla.

—Si tienes una oportunidad tan clara, sí. Al público le excita y fastidias a tu rival.

Besyla logró quedar tumbada de costado, aunque Cristal siguió con el brazo rodeándole el cuello, la mano agarrándole el pecho y las piernas alrededor de su cintura, si bien la norteña logró separar un poco la espalda. Notó en la palma de la mano que el pezón de su oponente se había endurecido. Pensó que quizá le estuviera apretando muy fuerte, pero Besyla le empujó un muslo, para liberarse y se olvidó de aquello para intentar agarrarla mejor.

No tuvo tiempo. La norteña bajó la mano y le tocó el sexo por encima del taparrabos. Gritó de la sorpresa y cometió el error de soltarse de Besyla para intentar quitarle la mano. Su rival se alejó rodando y ambas se quedaron tumbadas, a metro y medio de distancia.

—¡Me solté, guarra! —dijo, pero con una sonrisa.

—¡Pero así no vale! No me puedes tocar el… el…

—¿No decías que era una lucha erótica? Tú me has achuchado una teta.

—De acuerdo —respondió Cristal, que ahogó un resoplido y ocultó una sonrisa con la mano—. Enhorabuena, aunque sea con un truco sucio, te has liberado.

Besyla suspiró, se tendió estirada y le propuso descansar unos minutos. Después, se levantaron y siguieron practicando un buen rato, tanto lances cuando ambas estaban de pie, como técnicas de derribo y otras de suelo. En una ocasión, mientras peleaban en el suelo, la norteña intentó evitar que se le montara encima abrazándose a su cabeza. Como terminó con la cara apretada contra su pecho, Cristal recordó lo de los mordiscos. Le dio tres toques en un brazo y Besyla la liberó de inmediato.

—Perdona —dijo la norteña.

—No, no me hacías daño —afirmó Cristal estirando los brazos para poder mirarla—. Es que hay una cosa que tenemos que aprovechar. Procura no apretarme la cara contra el pecho porque te ganarás un mordisco. De broma, pero te lo ganarás.

—¿Un mordisco de broma?

—Sí, fíjate.

Cristal rodeó los dientes con los labios, pegó la boca al pecho de Besyla y mordió varias veces con muy poca fuerza.

—¿Lo has notado? —dijo cuando volvió a incorporarse. La norteña asintió—. Si te hago algo así en un combate, tendrás que gritar con rabia y ponerme las manos en la cabeza, ¿vale?

—¿Y yo… yo tendría que hacértelo a ti?

—Sí, pero no te lo pondré fácil —dijo Cristal y sonrió.

—¿Puedo probar yo? —preguntó con timidez y tras respirar hondo.

Cristal respondió que sí y notó que la norteña le puso ambas manos en la cintura y la empujó con suavidad hacia adelante. Cuando tuvo el pecho a la altura del rostro de su rival, le posó la mano derecha en la espalda y Cristal bajó el torso hasta que la norteña dejó de presionar. Mantuvo esa mano en la espalda y con la otra le sujetó el pecho por el lado de fuera. La mordió seis veces, con mucha suavidad.

—¿Lo he hecho bien? ¿Te ha dolido?

—Lo has hecho muy bien, y no duele.

Besyla se arrastró hasta dejar el pecho a la altura del rostro de Cristal. Tenía las mejillas encendidas y jadeaba ligeramente.

—Házmelo otra vez —le dijo Besyla—. Solo para estar segura de que me daré cuenta cuando luchemos.

Cristal se pasó un mechón de pelo tras la oreja y la mordió varias veces cerca de la areola, en la parte interior. Se alegró mucho de que la norteña la dejara hacer sin, al parecer, inmutarse. Demostraba confianza en ella y eso lo hacía todo mucho más fácil.

Pasaron una hora más entrenando y, al fin, Cristal propuso que lo dejasen por aquel día. Descansaron un rato sentadas en la arena y se pasaron un tiempo conversando. Besyla le preguntó varias cosas acerca de su vida en el sur, y Cristal se las contó sin reservas. La norteña fue mucho más escueta.

—¿Cuántos estilos de lucha conoces? —le preguntó Besyla.

—Solo lucha libre clásica, algo de jaisse y mi preferido: el sazetti.

—No conozco ninguno.

—El jaisse es para luchar en el suelo. El sazetti es a base de patadas, rodillazos y puñetazos. Empecé a practicarlo a los trece años, incluso llegué a ser luchadora profesional, pero lo dejé.

—¿Por qué?

—Hay dos modalidades para los profesionales: la ligera y la completa. En la ligera solo se marcan los golpes, en la completa se lucha hasta que una de las rivales no puede seguir. Llegué muy lejos en la categoría ligera, pero empezó a aburrirme y, a los dieciocho, me inscribí en la otra modalidad. —Cristal estiró las piernas—. Aquí no tanto, pero en el sur soy muy alta: todas mis rivales eran más bajas que yo y muchas apenas me llegaban al hombro.

—Incluso en Thayals eres alta. Sí, te saco cinco centímetros, pero eres de las mujeres más altas que he conocido.

—Bueno. En sazetti, ser alta, fuerte y ágil me dio ventaja. Procuraba que no se me acercaran y se llevaban tres o cuatro golpes por cada uno que me acertaba. Ninguna rival lo aguantaba. Hasta que me enfrenté a una que era una mole. Le faltaban tres dedos para llegarme al hombro, pero pesaba lo mismo que yo. La golpeé cientos de veces: patadas, puñetazos… pero era como si no se enterase. Se llevaba cinco golpes por cada uno de los suyos, pero veía las estrellas cada vez que me daba. —Suspiró y se rodeó las rodillas con los brazos—. Me llenó las piernas de contusiones, me machacó el vientre y las costillas; me dolía tanto todo que perdí rapidez. De pronto, me dio un puñetazo tremendo en la mandíbula y fui al suelo.

—Vaya. Quizá tuvo suerte.

—No. Lo hizo muy bien: me fue debilitando hasta que pudo darme un golpe definitivo. Se me sentó encima y empezó a pegarme en la cara sin parar. Estaba tan mareada que no me podía defender. El árbitro paró la pelea y solo acabé con el labio partido por dos sitios y un ojo tan inflamado que no pude abrirlo durante varios días. Mira las cicatrices que me quedaron —concluyó Cristal señalándose el labio inferior.

—Casi no se te notan.

—Sí, tuve suerte. Tras aquella derrota decidí dejarlo. El sazetti completo es muy duro, a muchas luchadoras les pasa lo mismo: compiten hasta que las destrozan en la arena. No quise terminar desfigurada, con la nariz rota, sin dientes y llena de cicatrices, así que me pasé a la lucha erótica.

—Habría sido una lástima —dijo Besyla bajando la vista.

—Lo echo de menos —añadió Cristal, extrañada porque Besyla parecía haberse ruborizado—, pero en lucha erótica lo único que te llevas a casa son unos pocos moretones.

Cristal se levantó, le dio la espalda a la norteña y miró a su alrededor. Besyla la hizo volverse poniéndole una mano en el hombro y la dejó estupefacta. La abrazó con fuerza y ella, sorprendida, tardó unos instantes en ponerle las manos en la espalda.

—Estaba muy nerviosa —dijo la norteña—, pero consigues que esto sea divertido. Será un honor perder contra ti.


(Continuará)


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Offline sugoishadows

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  • Antonio Manuel
Re: [Spanish] Amigas en la arena (fragmento)
« Reply #1 on: October 09, 2022, 06:54:35 AM »
Gracias, me gusto y esperando la continuacion.
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Offline NightCat

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Re: [Spanish] Amigas en la arena (fragmento)
« Reply #2 on: November 13, 2022, 07:53:57 PM »
Gracias, sugoishadows. Me alegro de que te guste. Espero subir otra parte esta semana, ahora que estoy más tranquilo con el trabajo.

Saludos.

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Offline sugoishadows

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  • Antonio Manuel
Re: [Spanish] Amigas en la arena (fragmento)
« Reply #3 on: November 15, 2022, 07:40:14 PM »
Gracias a ti por escribirla, espero con ansias la segunda parte.
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