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[Spanish] Amigas en la arena (tercer fragmento)

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Offline NightCat

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[Spanish] Amigas en la arena (tercer fragmento)
« on: January 18, 2023, 09:11:13 PM »
Un nuevo fragmento de mi historia. Aquí, Cristal se enfrenta a una rival muy distinta de su amiga Besyla. Entre las navidades y el trabajo he tardado más de la cuenta en subir este nuevo fragmento.

Espero que os guste.

********************

Cristal entendía que era inevitable que llegara aquel momento. Había viajado hasta Thayals para mejorar su técnica luchando contra mujeres de otras escuelas y aunque Besyla, si perseveraba, sería buena algún día, combatir solo contra ella sería como haber viajado al norte para tomarse unas vacaciones. Al final había luchado dos veces más contra ella en público, y siempre la había derrotado. Pero había llegado la hora de enfrentarse a otra luchadora.

Salió la primera del vestuario y mientras se aproximaba al árbitro, recordó con afecto la preocupación que le había demostrado la norteña.

—Ten mucho cuidado —le había repetido la última vez que se habían visto, tras un entrenamiento.

—No te preocupes, que no me va a pasar nada, y menos en un combate de este tipo.

—Pero podrías lesionarte por accidente. Y, bueno… es que no quiero que pierdas.

—Si pierdo no pasa nada; solo cobraré menos.

—No es eso, es que… eres tan buena que yo… no quiero pensar en que una tipa te humille.

—¡Ay, Besyla! —le dijo y la abrazó—. No tiene importancia: si luchas, en ocasiones pierdes y no pasa nada. Si pierdo, entrenaré más para ganar la próxima vez. Te prometo que haré todo lo posible por derrotar a mi rival, ¿vale?

—¿Te importaría si te espero fuera de la arena y nos vemos después del combate? —le preguntó.

Por supuesto, Cristal aceptó. El cariño con que recordó a su amiga se vio sustituido por la incredulidad cuando vio a su rival. Era una mujer rubia, de piel muy blanca, apenas cinco centímetros más baja que ella. Pero debería de pesar más del doble que Cristal. Sus brazos y muslos eran enormes, así como sus pechos y tenía el vientre muy abultado. Se llamaba Gylla y aquello le demostró que en el norte parecían ser aficionados a enfrentar a rivales muy distintos entre sí por bien del espectáculo.

Mientras el árbitro les resumía las reglas del combate y ambas luchadoras se miraron, Cristal la estudió para decidir como plantear el combate contra aquella mujer tan enorme y fuerte. Tendría que evitar que la atrapara, pero si luchaba de lejos, ¿cómo iba a tumbarla e inmovilizarla?

Gylla cargó de inmediato; como Cristal se temía. quería ir al cuerpo a cuerpo lo antes posible, para hacer valer su peso y fuerza. La esquivó un par de veces, pero estaba cerca del borde de la arena y no podía rehuir mucho tiempo el combate. Gylla le agarró un brazo y Cristal respondió con un puñetazo en el vientre que la detuvo solo un instante. Su rival se le abrazó, empujó y cayó encima de Cristal.

Gylla no hizo más que enterrar el rostro en el pecho de Cristal, agarrarle ambos brazos y luchar por trabarle las piernas. Cristal estaba inmovilizada por el peso de su rival y aunque consiguió darle puñetazos débiles en el costado, dificultada por el agarre de su oponente, supo que no podría evitar que puntuara.

Cuando reanudaron el combate, Cristal dejó que la atrapara, pero, esa vez, quiso barrerle las piernas. Desacostumbrada a luchar contra rivales tan corpulentas no hizo la fuerza suficiente y Gylla plantó la pierna, giró y atrapó a Cristal por la espalda. Apretándole con fuerza las costillas, la alzó un par de centímetros y la zarandeó suavemente. Seguía impresionada por la fuerza que tenía Gylla y le costó trabajo respirar. La derribó con precisión, logrando que quedara con la espalda en la arena y, con rapidez, se le echó encima. Cristal, angustiada, advirtió que no tenía que hacer mucho para puntuar: bastaba con dejar caer su peso sobre ella.

Cuando el árbitro le dio el segundo punto a Gylla, Cristal se levantó jadeando. Comprendió que su rival se cansaría mucho antes, de manera que intentaba compensarlo cortándole la respiración todo el tiempo que pudiera. Sin dejarla recuperarse, Gylla atacó de nuevo. Cristal retrocedió y evitó que le atrapara los antebrazos dándole puñetazos en los pechos. No golpeaba fuerte, pero los puños se le hundían mucho. Su rival supo reaccionar: se agachó, la agarró de la cintura y se tiró tan rápido que Cristal no pudo reaccionar.

Gylla estaba tumbada sobre sus piernas. Notaba los pies hundidos en el vientre de su rival y las rodillas clavadas en sus pechos. Logró liberar diez centímetros de musto, pero Gylla le puso las manos en el lumbago y empezó a besarla bajo el ombligo. Era una de las formas de marcar mordiscos y las normas la obligaban a fingir que sus besos eran tales. Gritó de dolor, le tiró del pelo a Gylla y le dio puñetazos en el costado.

Cristal aguantó aquello todo el tiempo que pudo, pero le dolían las piernas, aplastadas por su rival, y no veía salida a tal situación. Se inclinó hacia atrás, fingiendo tirarle de los cabellos con ambas manos a Gylla y esta aprovechó la oportunidad: la obligó a poner la espalda sobre la arena  le clavó los antebrazos bajo la caja torácica, mientras seguía besándole el vientre.

Cuando se levantó, Cristal fingió dolerse de los mordiscos quedándose unos instantes encogida en el suelo.

—No seas tramposa —le dijo Gylla con desprecio—. Qué cobardes sois las sureñas.

Cristal sabía que era imprescindible cambiar de táctica, pero no le funcionó y Gylla llegó a ganarle por siete a cero. Aunque aún había margen para remontar, era un problema no haber puntuado ni una sola vez. Por fortuna, empezó a ser evidente que su rival se mostraba cansada y Cristal aún se sentía fresca, así que decidió usar las piernas. Cuando Gylla se le acercaba la recibió con una patada sin fuerza en el vientre. Pasaron así un par de minutos: Gylla intentando atraparla y Cristal golpeándola en los costados y en el vientre. Su enorme rival acabó deteniéndose para jadear y Cristal cargó contra ella, se agachó para evitar su agarre y la derribó de un empujón. Se sentó sobre sus piernas y le inmovilizó la derecha con el muslo. Tuvo que pegar el vientre a la parte inferior de la barriga abultada de su oponente y para evitar golpearla en la cara, le dio puñetazos en los pechos. Su rival quiso tumbarse de perfil y le dobló la cabeza tirándole del pelo, pero Cristal le agarró el costado con un pellizco y aguantó hasta que el árbitro contó hasta diez.

Poco le duró la alegría por su primer punto. Tras otros dos minutos en que le pateó el vientre, Gylla logró atraparle una pierna entre el brazo y el costado y Cristal cayó de espaldas. Su rival le aprisionó las piernas con su peso y le mordió la parte más baja del vientre cubriéndose los dientes con los labios. Le resultó desagradable que la mordieran tan cerca del sexo y cuando Gylla la obligó a tumbarse clavándole los dedos en el torso, por encima del ombligo, se limitó a fingir que le tiraba del pelo mientras el árbitro contaba.

Cristal se sentía desmoralizada. Su oponente evidenciaba signos de agotamiento: jadeaba y se mostraba torpe a la hora de intentar bloquear las patadas de Cristal o de atraparle las piernas, pero ella también empezaba a acusar el esfuerzo y perdía por diez a cuatro. Gylla consiguió abrazarla de las costillas y supo que tenía que evitar que le dificultara la respiración. Dobló el torso y la emprendió a rodillazos que le impactaban en la curva inferior de la barriga. Aunque golpeaba sin fuerza, Gylla tuvo que inclinarse. Cristal se le subió a la espalda y le rodeó el cuello con un brazo, con escasa fuerza y usó su peso para derribarla. Tenía tan ancha la cintura que tuvo que estirar las piernas casi del todo para seguir sentada sobre ella. Con mucho esfuerzo, logró tumbarla boca arriba e inmovilizarla colocándole ambas manos sobre la frente, los codos en la arena y el pecho a la altura de la cabeza de Gylla. Le resultó desagrable que tuviera el sexo apoyado del todo sobre el vientre de su oponente, ya que debía mantener las piernas muy abiertas.

Sin embargo, logró puntuar y asestar rodillazos en el bajo vientre a Gylla se convirtió en una táctica eficiente. Logró su sexto punto obligándola a doblarse a base de rodillazos y tirándola de costado. Esa vez, puntuó levantando uno de los muslos enormes de su oponente, sentándose sobre sus pechos y clavándole una mano en el vientre.

Aquella táctica le permitió dejar el combate diez a ocho, pero Gylla encontró como contrarrestarla: la abrazó de la cintura y la besó en el hombro. No podía separarse para golpearla, ni hacer otra cosa que fingir que le tiraba de los pelos. Su oponente la desequilibró y cayó sobre ella. El cansancio hizo que dejara caer todo su peso y, a pesar de la arena, Cristal se hizo un poco de daño. Su rival siguió besándole el hombro hasta que el  árbitro dejó  de contar.

Cristal, jadeando, pensó en una nueva táctica. Perder por once a ocho ya no era tan preocupante, pero no se podía permitir más fallos. Gylla intentó agarrarla de las caderas y Cristal respondió con puñetazos a los pechos. No le gustaba maltratar esa parte del cuerpo de sus rivales, ni siquiera aunque golpeara sin intención de hacer daño, pero no sabía cómo mantener a raya a una oponente así. El cansancio y los golpes hicieron que Gylla fallara al intentar parar los golpes y al contraatacar intentando agarrarle los pechos a Cristal. Esta logró derribarla de espaldas y puntuar.

El combate prosiguió de la misma forma durante largo rato. Si hubiera pegado con fuerza, Cristal le habría destrozado el vientre y los pechos a Gylla a base de puñetazos y patadas, mientras que su enorme rival solo lograba, de vez en cuando, atraparle un brazo. En una ocasión le estrujó el pecho izquierdo con fuerza y Cristal contraatacó haciendo lo mismo con los dos de su rival, quien fingió tirarle del pelo. Al fin, Cristal empató a trece y, tras tres minutos más de combate, logró, por primera vez, ir ganando: catorce a trece.

Era evidente que tanto Cristal como Gylla estaban agotadas, aunque su rival jadeaba con más fuerza que ella. Decidió tranquilizarse un poco: un punto más y vencería, así que debía contener las ganas de acabar rápido con aquello y sacar partido de que estaba más fresca que su rival. Cuando se acercaron, Cristal se llevó una sorpresa. Le dio una patada en el vientre a su rival y esta contraatacó a guantazos. Le alcanzó con uno débil, pero Gylla la empujó con fuerza hacia un lado y la derribó. Se le tiró encima, aunque Cristal reaccionó a tiempo, encogió las piernas y rodó. Gylla quedó tumbada boca abajo, jadeando.

Cristal se le echó encima y peleó para intentar ponerla boca arriba. Gylla consiguió evitarlo y, de paso, cansarla. En un descuido, le agarró la cabeza con un brazo e intentó girar para atraparla contra la arena. Cristal lo impidió empujando el hombro de su rival y lo pasó mal hasta que pudo liberar la cabeza. Se puso de pie y Gylla volvió a tumbarse boca abajo. Cristal le dio un par de patadas en el costado, sin fuerza.

—Levántate, zorra. Volvamos a empezar —le dijo.

Como no lo hizo le dio un par de patadas más y se alejó. Gylla se levantó despacio y la desafió con un gesto de la mano. Cristal cargó contra ella, pero su rival retrocedió antes del impacto, plantó bien las piernas y quedaron agarradas de pie. Harta de la pelea, Cristal volvió a darle rodillazos en el bajo vientre. Gylla se agachó, empezó a besarle el pecho izquierdo mientras la agarraba de la espada con un brazo y empujó hacia delante. Cristal aprovechó el impulso para derribarla con la cadera y caer sobre ella. Gritó de dolor porque además de seguir besándole el pecho, le apretó la caja torácica. Respondió lanzándole rodillazos muy débiles al vientre. Gylla consiguió girar y levantar la espalda de la arena, con lo que interrumpió la cuenta del árbitro, pero Cristal clavó una pierna en tierra y consiguió tumbarla de nuevo. Y en aquella ocasión, logró puntuar y ganar el combate.

Cuando el árbitro terminó la cuenta, Cristal se levantó y Gylla se quedó sentada, jadeante, un rato. El árbitro la declaró ganadora del combate y su oponente le tendió una mano.

—Has luchado muy bien —dijo Gylla—. Enhorabuena.

—Ha sido un buen combate —respondió Cristal tras un titubeo, desacostumbrada a ese tipo de muestras de cortesía.

Gylla se marchó hacia su vestuario y Cristal hizo lo propio. Mientras se bañaba, pensó que en el norte, o en aquel circuito de combates, primaba el espectáculo cruel de emparejar a luchadoras muy dispares. Tenía que haberlo sospechado cuando sus primeros combates fueron contra Besyla, que carecía de experiencia. Se inquietó un poco al pensar en su amiga enfrentándose a una luchadora tan potente como Gylla.

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Offline sugoishadows

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  • Antonio Manuel
Re: [Spanish] Amigas en la arena (tercer fragmento)
« Reply #1 on: January 21, 2023, 07:27:29 AM »
Gracias seguirlo.
I love fem vs fem, muscle mixed, stories, movies, manga.

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Offline Silent Watcher

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Re: [Spanish] Amigas en la arena (tercer fragmento)
« Reply #2 on: January 22, 2023, 12:08:38 AM »
Muchas gracias por continuar la historia, es una de las actualizaciones que más suelo esperar en el foro