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Cuñadas. Spanish. Español.

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Offline Dario

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Cuñadas. Spanish. Español.
« on: January 26, 2019, 01:54:03 PM »
Una fiesta familiar en el campo. Para muchos, un momento de paz y descanso. Pero no para todos.
Me llamo Darío, y junto con mi esposa Ruth pasábamos unos días en el campo con varios familiares, entre ellos Conchi, una cuñada. Bonitos paisajes, buena comida y mejor compañía. ¿O no?
Ruth y Conchi no simpatizaban en absoluto. La relación entre ellas era, en el mejor de los casos, de una correcta frialdad. Se suponía que ocasiones como esa debían contribuir a unirlas más, pero el efecto era el contrario.
Aquella mañana los dos matrimonios habíamos decidido salir de excursión. El objetivo era la cima de un monte al cual se llegaba tras una larga excursión a través de los bosques. La vista valía la pena así que, con los primeros rayos del sol salimos, pero finalmente el marido de Conchi, alegando una indisposición, no nos acompañó.
Aquello molestó más aún a Ruth, que se pasó todo el camino murmurando y mirando de reojo a su cuñada, quien alegre y despreocupada, caminaba charlando sin parar.
Habrían pasado unas tres horas cuando llegamos a la orilla de un río. En ese punto, encajonado entre los márgenes de roca, el agua formaba una piscina natural lo bastante honda y grande cómo para bañarse.
El día era caluroso y aquel paisaje era tan bonito como para merecer una parada. En cuanto vimos la poza, cansados por la caminata, nos instalamos en una pequeña pradera que, a modo de playa, descendía suavemente hasta el curso del rió.
La pena es que no tengamos el bañador aquí, dijo Ruth.
¿Y quien lo necesita, cuñadita?, dijo Conchi empezando a desnudarse.
Ruth se quedó con la boca abierta. Jamás se hubiera imaginado que su cuñada fuera tan liberal… o tan desvergonzada.
Con cuatro movimientos Conchi se quedó sólo con un tanga blanco y corrió hacia el agua, mientras nos animaba a entrar.
Para Ruth aquello era un reto. A sus treinta y tantos es una mujer atractiva, rubia con media melena y una figura magnífica, destacando su trasero del que se sentía especialmente orgullosa. Conchi, que estaba casi en los cuarenta, es un poco más baja, y donde Ruth tenía curvas ella tiene un cuerpo fino y agil, levemente musculado.
Y el trasero de Conchi… Podríamos decir que es su mayor encanto, lo que la distingue como mujer. Ruth me ha visto más de una vez mirarlo de reojo, y ahora estaba ahí, sin nada, excepto un fino cordel entre las nalgas.
Empecé a desnudarme. Ruth seguía asombrada, y cuando vio que yo seguía a mi cuñada su asombro creció. Por suerte aquel día yo llevaba unos calzoncillos Calvin Klein negros que salvaban las apariencias en aquel momento.
¿Vamos, no?, pregunte con cara inocente. Y me dirigí al agua.
Ruth, aún no repuesta de la sorpresa, se desnudó maquinalmente hasta quedarse solo con braguitas y sostén, negros por cierto.
Y así nos pusimos los tres en la poza. Nadamos, reímos y, la verdad, parecía que los tres lo pasábamos bien. Pero yo, al fin y al cabo, no le quitaba ojo a mi cuñada. Jamás la había visto así tan de cerca y dudo que vuelva a hacerlo, así que la contemplaba con la misma mezcla de emoción y excitación que un viajero descubre una ciudad mítica.
Físicamente Conchi aparenta menos de lo que sin ropa realmente era, todo en ella es pequeño pero armonioso, pero aquel conjunto de fuerza delicada llamaba mi atención irremediablemente, centrándome en su trasero, que parecía el centro de aquella joya y en sus perfectas piernas.
Ruth no es tonta y se daba cuenta. Aunque se controlaba, era evidente que su ira crecía por segundos viendo quien de las dos me ataría más.
Al cabo de un rato, cansado por la caminata y el ejercicio, salí del agua. Atravesé un pequeño barrizal hasta la llegar a la hierba, y me tendí a contemplar el espectáculo.
Ahora las dos nadaban ignorándose, hasta que, quien sabe porque, Conchi tuvo la ocurrencia de empezar a gritar
Vamos Ruth, relájate y disfruta de esto. ¡Quítate el sostén!
Ruth la ignoró, aunque conociéndola sabia que estaba a punto de perder los nervios.
Ruth, no tengas vergüenza, cada una tiene lo que tiene, jajajajaja!
Aquello era el colmo, y Ruth nadó hacia Conchi, gritando con rabia:
¡Ya me tienes harta!
Pero Conchi no esperó a que llegara, y se sumergió en lo hondo de la poza, seguida por Ruth, como dos tiburones dispuestos a pelear.
Las perdí de vista. Rápidamente me levanté, dispuesto a ver algo que tantas veces había soñado, como mi Ruth le daba una soberana paliza a esa presumida de Conchi. Las dos eran buenas nadadoras, no en vano habían competido de jovencitas en natación, pero lamentaba no ser un pez para sumergirme y contemplar lo que adivinaba.
Pasaron unos instantes que se me hicieron eternos. Y Ruth surgió de entre las aguas para coger aire y sumergirse de inmediato. Luego Conchi hizo lo mismo, y volvieron a pasar unos minutos (o al menos a mí me lo parecieron) hasta que Conchi surgió de entre las aguas, agitando sobre su cabeza el sujetador de Ruth, como claro símbolo de la derrota submarina de mi esposa.
Salió corriendo del agua, riendo sin parar. Ya en la hierba, y mostrando el sujetador sobre su cabeza asido con las dos manos (como hacen los campeones con sus cinturones), gritó sin parar de reír
¿Lo ves, no es tan difícil?
Se giró y sonriendo me lo arrojó.
ŸToma. Tu mujer ha perdido esto.
Para entonces Ruth ya estaba fuera del agua. Las dos estaban espléndidas, casi desnudas y empapadas de pies a cabeza. Sin decir palabra Ruth le lanzó un derechazo formidable a Conchi que la derribó de golpe.
Ÿ¡Vuelve a hacer eso y te mato!
Conchi, desconcertada y con la mano en el mentón, susurró lentamente desde el suelo
¡Lo mismo te digo, puta!
Aquello tomaba mal cariz e, instintivamente, di un paso hacia ellas, para evitar que aquello que tanto deseaba ocurriera realmente.
¡Tu no te metas. Esto es entre nosotras!, gritó Ruth haciéndome un gesto con la mano pero sin dejar de mirar fijamente a Conchi, quien ya se había puesto en pie.
¡Pídeme perdón!, gritó Ruth
Oblígame si puedes …
No te va a gustar … Y tu no te metas en esto!, insistió Ruth
Y dicho esto, Ruth se lanzó sobre Conchi como un animal. Físicamente aventajaba a su cuñada en altura y peso, pero en aquello iba a valer más la rabia que otra cosa. Y yo, esposo obediente al fin y al cabo, dejé que ellas lo resolvieran a su manera.
Las dos rodaron sobre la hierba, dándose con todo lo que podían: arañazos, tirones de pelo, incluso algún mordisco, fueron los primeros presentes que intercambiaron. Espectacular e incluso doloroso, pero aquello solo era el principio.
Ruth aprovechó su ventaja y se colocó sobre Conchi, cara a cara, y le lanzó uno, dos y hasta tres derechazos al rostro de su rival. Tras eso, y con una rapidez y agilidad que yo desconocía, agarró del pelo a Conchi y la arrastró hacia la franja de barro que servia de frontera entre la tierra y el agua.
Cuando la tuvo ahí la lanzó al lodo, y aferrando su melena, le hundió la cabeza en el cieno. La pobre Conchi no se esperaba una lluvia de golpes como aquella, y estaba totalmente entregada. Ruth, con una cara de sádica alegría, sacó la cabeza enlodada de su víctima y, dejando que respirara brevemente, volvió a hundírsela con rabia.
Después del tercer baño de barro Ruth levantó a su víctima. Colocada detrás de Conchi, con el brazo izquierdo le aferraba el cuello, inmovilizando su cabeza, mientras que con el otro brazo retorcía el brazo derecho de Conchi tras su espalda.
Ruth estaba eufórica y me mostraba su presa, aparentemente vencida, con orgullo no disimulado. La cara de Conchi, entre tràgica y cómica, era una máscara de barro con dos manchas blancas que eran sus ojos.
¿Lo ves? ¡Es una mierdecilla!
Y en ese momento Conchi lanzó dos codazos con su brazo libre al costado de Ruth. Mi rubia encajó el primero sin soltar a Conchi, pero con el segundo ya no pudo.
Liberada del cepo en que estaba, Conchi se giró y lanzó una combinación de golpes a la cara de Ruth, quien, desconcertada por la reacción, apenas pudo hacer nada más que quejarse.
La lluvia de puñetazos acabó con una increíble tijera hacia delante que golpeó el rostro de Ruth, quien cayó hacia atrás, pesada como un saco de patatas. Yo estaba hipnotizado, contemplando aquel festival de golpes, sin saber que decir, hacer o pensar. Nada en mi reaccionaba, solo un bulto en la entrepierna demostraba mi presencia ahí.
Conchi se lanzó sobre Ruth, y sentada sobre ella siguió golpeando su rostro con la derecha, mientras con la izquierda le agarraba el cuello. No es que Conchi sea una atleta, pero su cuerpo, delgado y sin rastro de grasa, ahora estaba en tensión como el acero, marcando sus músculos y sus venas, como una estatua griega.
Pero aquello no había acabado. Ruth pellizcó los dos pezones de Conchi, quien dio un alarido de dolor y se hecho para atrás. Ahora era el turno de Ruth, que se zafó de Conchi y le lanzó una patada al rostro.
Las dos empezaron a levantarse, fijos los ojos la una en la otra. Frente a frente, podían confirmar que habían hecho un buen trabajo. Su piel estaba llena de arañazos y hematomas, y Ruth tenia una brecha en el labio, mientras su ojo derecho también se estaba amoratado. Aquello ya estaba llegando al final.
Ruth lanzó un derechazo a Conchi, quien, como si se hubiera pasado la vida en un ring, esquivó el golpe y lanzó un directo a la barriga de mi rubia, que se dobló como una hoja. Conchi lanzó otro par de puñetazos hasta que Ruth logró detener el ataque.
Ruth conectó un derechazo en el rostro de su cuñada y mientras esta lo encajaba, aferró en un abrazo a su rival. Conchi estaba presa en el abrazo, sin poder usar los brazos, y ahora era Ruth la que se empleaba a fondo en la presa, con la esperanza de desmayar a su rival. Y casi lo consigue.
Porque a Conchi aun le quedaban las uñas, y las clavó con todas sus fuerzas en la carne de Ruth, hasta que la sangre empezó a manar y el dolor se hizo irresistible.
Y ahí se separaron. Conchi cayó al suelo, y Ruth, llena de rabia, lanzó una patada tras otra a Conchi, que intentaba maniobrar en el suelo. De repente, logró usar las dos piernas para golpear a Ruth, que cayó otra vez al suelo.
En ese momento las dos volvieron a engancharse en una pelea cuerpo a cuerpo rodando por el suelo, hasta que Conchi logró ganar la espalda de Ruth. Conchi se sentó sobre la espalda de mi rubia, y con las dos piernas aferró su brazo derecho mientras se lo retorcía con los dos brazos.
Así estaban, Ruth tumbada en la hierba sobre su vientre, Conchi sentada sobre su espalda retorciendo el brazo con todas sus fuerzas, sin que ni una pidiera piedad ni la otra la ofreciera. Ruth pataleaba el suelo y meneaba su culo inferior sin resultado.
Los gritos de Ruth iban a más, hasta que un ultimo grito sonó, al mismo tiempo que Conchi daba un último giro al brazo retorcido y un sonido seco me estremeció.
¡Me ha roto el braaaaazooo!
Un regalo, con cariño … escupió Conchi, y dicho esto se levantó.
Ruth se retorcía en el suelo, mientras Conchi se ajustaba el tanga que, milagrosamente, seguía en su sitio.
Mientras Ruth era la viva imagen del dolor, la desesperación y la derrota, Conchi estaba magnífica. Las dos estaban castigadas por igual, pero lo que en mi rubia eran signos de derrota, en Conchi eran marcas de victoria.
Conchi se sentó sobre Ruth, que ahora estaba tendida sobre la espalda, con su brazo desencajado colgado sin fuerza.
Y esto es de propina.
Y asiéndole los pezones se los pellizcó con todas sus fuerzas. El grito de Ruth atravesó el bosque como un trueno, y se retorció de dolor.
Ÿ¿Basta, no ves que ya has ganado?, grité al ver aquel ensañamiento.
Conchi me miró y se dirigió sonriendo a su víctima:
Ÿ¿Lo ves cuñadita?, al final ha tenido que salvarte tu maridito …
Conchi se levantó y se dirigió al macuto que llevaba para la excursión. De él sacó una pastilla de jabón nueva y, rompiendo el precinto, se dirigió al río. Mientras mi mujer lloraba desconsolada, ella empezó a lavarse en el rio.
Yo me dirigí hacia Ruth, pero Conchi me detuvo:
¡Quieto! ¿No te dijo que no te metieras?
Y me detuve, contemplando como mi cuñada se lavaba en el rio, lentamente, disfrutando del momento.
Una vez hubo acabado volvió junto a Ruth. Se colocó de cuclillas junto a ella y, agarrándola por los pelos, le escupió en la cara:
Bueno Ruth, me parece que te hace falta un poco de jabón …
Y de un golpe le soltó la cabeza. Le quitó las bragas pese a la resistencia, débil por otra parte, de Ruth y le dio la vuelta. Entonces, directamente y sin cumplidos, le metió la pastilla de jabón por el culo a Ruth, quien lanzó otro alarido y quedo fuera de combate.
Era la rúbrica de la pelea. Conchi empezó a vestirse y, el cuerpo rendido de Ruth, susurró
No vales ni para comerme el coño …
Yo seguía de pie, en calzoncillos, como si no hubiera pasado nada desde que estábamos nadando. Entonces Conchi se dirigió a mi, acercándose lentamente
Toda tuya. Que quede claro: nos hemos caído por un barranco y ella ha llevado la peor parte. Yo me adelanto para avisar. Con que tu sepas la verdad ya hay bastante.
Ahora estaba delante mío, dolorida pero orgullosa, cuando inesperadamente me agarró el paquete y me dijo susurrando al oído:
Y recuerda, me debes una …
Y, como si nada hubiera pasado, emprendió la marcha.
Jamás un camino fue tan largo. A mitad de camino nos encontramos con un coche que salió a buscarnos, y volvimos a casa. Conchi y su marido se habían marchado cuando llegamos.

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Offline lovvycat

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #1 on: January 29, 2019, 04:49:22 PM »
Buenísimo!  ;)

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Offline Dario

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #2 on: January 30, 2019, 07:48:48 PM »
Venga, animaros a hacer algún comentario y sobre todo alguna crítica, que así nos alegráis a los autores, jejeje. Gracias.

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Offline Chen

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #3 on: March 04, 2019, 06:45:19 AM »
Que buenisimo estuvo me gusta

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Offline JuliaVargas

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #4 on: March 04, 2019, 11:27:19 PM »
Brutal, me encantó. Ojalá la pelea hubiera durado más.
Read my stories and you’ll understand what you can expect from me…

http://amazon.com/author/juliavargas

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Offline papillon

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #5 on: August 04, 2019, 02:08:28 PM »
¡Una obra maestra! ¡Enhorabuena! Pero Conchi es encantadora, ¿no te parece? Es una mujer picara, traviesa, sexy... de nada "presumida".

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Offline shuni

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Re: Cuñadas. Spanish. Español.
« Reply #6 on: December 27, 2019, 02:48:59 PM »
excelente relato me encanto, muchas gracias